Foto: China Daily Reuters |
En
el mundo actual, impera la tendencia a lograr el éxito y evitar el fracaso y
parecemos estar todos obligados a tener éxito en todo aquello que emprendemos.
Es un tema que toca a todos los miembros de la familia según sus roles: éxito
académico, éxito profesional, éxito social.
¿Cómo
se maneja esto en el seno de la familia? ¿Qué implica para los miembros de la
familia y su dinámica?
Tras
esta búsqueda imperativa del éxito subyacen las expectativas y deseos que cada
miembro de la familia se ha creado, así como los deseos y expectativas heredados
por la familia de origen de cada figura parental.
Éxito
o fracaso pueden ser el resultado de nuestros deseos y éstos guardan una
relación directa con otra serie de factores, tales como las cualidades y
habilidades percibidas y reales, el esfuerzo personal, la constancia, los mitos
familiares... Éstos son algunos de los elementos necesarios para recorrer el
camino que conducirá al resultado final: la percepción de éxito o fracaso en la
consecución de esas expectativas y deseos.
Abordamos ambos, buscando
lo valioso de cada uno.
Foto: José Martín Serrano |
El error y el fracaso
son inherentes a la naturaleza humana; sin embargo, por lo general, se les ve
como algo no deseable y evitable, lo percibimos
como que las cosas no han ido bien, que no hemos conseguido lo que nos
proponíamos. Quien lo padece sufre estados de ánimo encontrados, que a
veces resultan difíciles de superar. Hablar del éxito y su logro resulta más
cómodo y motivador y tiene una mejor aceptación. Estamos menos dispuestos a
hablar y escuchar acerca de yerros o fracasos; no obstante, no por ello dejan
de estar presentes en la vivencia de cada uno de nosotros.
El talento se va
gestando como fruto de sinergias, tensiones, retos, errores, esfuerzos y sin fracaso no hay
mejoras, no hay manera de estirar los propios límites, de llegar más allá, de
aumentar las posibilidades. En la zona de
confort se comenten pocos errores, no se fracasa, ergo, no se aprende.
Tener la capacidad de reconocer el error y
reflexionar sobre las causas y efectos del mismo permitirá obtener un
aprendizaje que mejore las habilidades de análisis y de toma de decisiones, lo
que dará mayor experiencia. A pesar de esto, el aprendizaje exitoso a partir
del error no es simple: requiere entender cómo se interpone el juego de las
culpas y se debe trabajar conjuntamente para crear una cultura familiar donde todos
se sientan seguros para admitir o informar del fracaso. Es común que a los
padres les preocupe que si el adoptar una postura comprensiva hacia el fracaso
pueda crear un ambiente en el que todo vale y en donde cabe la posibilidad de
que se instale el conformismo. Sin embargo, más que censurar el fracaso, el cómo
se maneje éste es el aspecto más decisivo en cuanto a lo que motivación y
búsqueda de metas subsiguiente se refiere.
Si
ahondamos un poco más en el sentido que el fracaso puede tener como parte de
nuestro desarrollo y aprendizaje, éste se interpretaría como síntoma evidente
de realismo. La mayor parte de nuestras vidas se llena de fracasos, pequeños o
grandes y, en la medida en que sepamos reaccionar ante los mismos, seremos
capaces de transformar un fracaso en una experiencia de aprendizaje positiva
para nuestro desarrollo y madurez.
Por
el contrario, si reaccionamos de forma intolerante, negándonos a aceptar la
realidad, es más probable sucumbir a otros mecanismos de compensación o negación
de la misma. Naturalmente, el fracaso no es un objetivo en sí mismo, es una
consecuencia –real o percibida- de un plan que no ha tenido los resultados
esperados. Pero, precisamente por nuestra falta de costumbre frente a la
gestión del fracaso, es más probable sucumbir ante la frustración y que
sobrevengan ideas como "todo me sale mal”, “no valgo para nada”, “a otros
esto le ha funcionado y a mí no”…
La
tolerancia a la frustración es uno de los indicadores de estabilidad y salud
emocional más importantes que se tienen en cuenta para valorar el
funcionamiento de una persona.
Cuando
se es capaz de sobreponerse al dolor o a la frustración:
ü
Se aprende de las situaciones y se intenta buscar soluciones.
No permanece la experiencia de fracaso y la angustia, rabia o ansiedad.
ü
Aumenta la capacidad de aprendizaje, se puede ser más
creativo y flexible para buscar soluciones.
ü
El tolerar los fracasos sin cerrarse sólo al “éxito” como
única posibilidad, permite tener más confianza en uno mismo y actuar en primera
persona, sin intentar cambiar a los demás. Se fomenta una forma más sana y
segura de relacionarse.
ü
Mejora la modulación emocional, ya que implica una gestión de
las emociones “negativas”; la persona se siente capaz a pesar de los fallos.
ü
Mejora la resiliencia, es decir, la capacidad para
sobreponerse a períodos de dolor emocional y situaciones adversas. Cuando un
sujeto es capaz de hacerlo, puede sobreponerse a contratiempos o incluso
resultar fortalecido por éstos.
Si
el camino que se recorre es en solitario, el fracaso podría llegar a
desencadenar algunos problemas como: inseguridad, frustración, individualismo,
incomunicación, culpabilidad, agresividad, etc.
Y éstos podrían derivar, a su vez, hacia actitudes de compensación como
el silencio, las drogas, la incomunicación… o hacia actitudes agresivas.
Por
otro lado, considerando lo que podría provocar recorrer en solitario un camino
de éxito, puede ocurrir que derive en prepotencia, arrogancia, hostilidad hacia
otros, falta de autocrítica, falsa creencia de omnipotencia, menos aprendizaje
… y podría generar rechazo social.
Vemos que el éxito no es garantía de felicidad y,
sorprendentemente, el fracaso sí que puede provocarla, pues al unir al grupo,
aparece el cuidado. Existen momentos en los que la felicidad la encontramos en
la propia vulnerabilidad, en las relaciones con los demás, en los afectos y
emociones que experimentamos cuando dejamos de mirarnos en el espejo constantemente.
En
este sentido, subrayamos la importancia que tienen la relación y la
comunicación como elementos básicos que pueden ayudar a mitigar estos efectos no
deseados, depuran los defectos y nos acercan hacia el otro. Las buenas
relaciones actúan como medios enriquecedores capaces de ayudarnos a tolerar
nuestros fracasos.
Según Roxana Kreimer
tener éxito reside en la capacidad del individuo de dar lo mejor de sí, en
vivir la vida propia en los términos propios, sin menosprecio de la mirada de
los otros pero sin atribuirle demasiado peso; es la aceptación de aquello que
no está en nuestras manos modificar y la flexibilidad ante los cambios. A la vida le ronda también lo fortuito; pero resulta
necesario emprender y salir fortalecidos de las vivencias por complicadas que
sean. Visto desde una perspectiva total y global: la balanza de la vida aparece
muy compensada entre fracasos y éxitos, la vida es cambio y por tanto unos y
otros se suceden casi sin remedio…
Artículos relacionados:
Banalidad de mal: reflexiones XV Congreso Internacional Grupo, Psicoterapia y Psicoanálisis
Artículo de Kreadis con información de:
- Edmondson, Amy C. - Estrategias para aprender del fracaso - Harvards Business Review 2011 Vol 89 Nº 3
- Ortiz Castro, I., Barradas Martínez, Mª del Rosario; Rodríguez, L.J.¿Son el error y el fracaso fuentes de aprendizaje y fortalecimiento empresarial? Un punto de vista desde la filosofía empresarial - Ciencia administrativa, No. 2 Año 2014.
- Cine y Salud
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