Pero el sí mismo no es
algo que uno encuentra,
sino algo que uno crea”.
–Thomas Szasz
Tina se encontraba en un cruce de caminos. Su hija se había
ido a la Universidad y su marido tenía sus propios intereses. A pesar de que en
algún momento disfrutó en el Banco, ahora no le produce gran interés su
trabajo. Durante algún tiempo, se ha estado preguntando si debería renunciar al
mismo. Pero, ¿qué pensarían sus colegas y su jefe de ella?
Este flujo de conciencia llevó a Tina a hacerse preguntas más
profundas y reveladoras:
¿Qué pasa si todas sus decisiones las hizo en respuesta a lo
que otros esperaban de ella? Tina siempre fue la princesa de sus padres, una
estudiante brillante que se casó con el hombre adecuado y trabajó en el sector
que tanto su padre como su abuelo habían querido. Ahora, a la edad de 45 años,
dudaba si estas elecciones fueron
,en realidad, pseudo-decisiones, dada la presión que había sentido
por parte de la familia en cuanto a ellas.
Tina comenzó a preguntarse. ¿De dónde venía todo esto?,
¿Existía una parte escondida de sí misma que no alcanzaba a comprender, o que
quizás ni llegase a conocer? Recordaba cómo siendo adolescente su principal
preocupación era: ¿Qué es lo que la gente quiere que haga?, ¿Quién quieren que
sea? Quizás, el tiempo ha desenterrado estas preguntas - para poder ver
con honestidad lo que realmente quería, más allá de lo que otros querían que
fuese. Pero ¿qué es lo que la verdadera Tina quería?
La idea de una identidad "verdadera" y una
"falsa" o "identidad sombra" ha sido tema de preocupación
para los psicólogos desde hace mucho tiempo. Por ejemplo, Carl Jung introdujo
la noción de la cara oculta de nuestra personalidad, concibiendo la
"sombra" como lo desconocido, el lado oscuro -que proviene de
emociones primitivas, negativas, despreciadas socialmente, como la sexualidad,
el deseo de poder, el egoísmo, la codicia, la envidia, los celos y la ira. Pero
aunque la sombra personifique todo lo que tememos, y por tanto se rechaza,
sigue siendo parte de nosotros. Jung creía que, a menos que nos reconciliemos
con nuestro lado oscuro, estaremos condenados a ser sus víctimas.
De manera similar, Erickson, otro famoso psicólogo, introduce
la idea de la crisis de identidad. Al igual que Jung, sugiere que la formación
de la identidad tiene su lado oscuro y negativo. Hay partes de nosotros que son
atractivas pero desconcertantes y, por tanto, se tiende a esconderlas. Durante
el proceso de hacerse adulto, no solo internalizamos lo que se considera
aceptable, también internalizamos (de manera menos consciente) las actitudes
parentales y sociales sobre características y cualidades indeseables por la
cultura y sociedad en la que vivimos. Para muchos de nosotros éstos aspectos se
convierten en la "fruta prohibida", es decir, en cosas por las que
nos sentimos atraídos para sentirnos más auténticos, y que a su vez habrá que
intentar integrarlas en nuestro sentido de identidad.
Winnicott elaboró la idea del "verdadero yo" y
"falso yo". Explica que al principio de la infancia, todos nosotros,
en respuesta a amenazas percibidas de nuestra integridad, desarrollamos una
estructura defensiva que podría evolucionar hacia un "falso yo".
Sugiere que si nuestras necesidades básicas no están cubiertas -no reflejadas o
metabolizadas por nuestros padres- podemos suponer que no son importantes.
Cumpliendo con los deseos de nuestros padres, podemos estar reprimiendo
nuestros propios deseos desconociendo o censurando lo que realmente queremos
hacer y ser. Podríamos pensar que el hecho de no hacerlo podría poner en
peligro nuestro rol en la familia. Además, podemos internalizar los sueños de
nuestros padres de auto-glorificación a través de nuestros éxitos. Pero esta aquiescencia (o aceptación) de los
deseos de los demás es una mentira emocional. Pagamos el precio de eliminar
nuestros propios deseos y que estos retornen, a menudo, en forma de conflicto.
En nuestros esfuerzos de agradar a otros, escondemos nuestro "verdadero yo"
que, a cambio, nos conduce hacia el auto-desconocimiento o hacia el
auto-extrañamiento. Si este es el caso, el "falso yo" ocupará el
puesto. Se convertirá en un arma defensiva para mantener al "verdadero yo"
escondido en la retaguardia.
Si
hay una gran discrepancia entre el verdadero y el falso yo, existirá un
sentimiento vulnerable de la identidad. Y si somos incapaces de adquirir un
sentimiento de identidad estable, podríamos terminar algún día escarbando y
desentrañando como lo hizo Tina. Después de pasar un tiempo haciendo lo que los
demás esperan de ella y cumpliendo con sus expectativas, Tina experimentó lo
que Erickson llamaría una crisis de identidad retrasada. En un cierto momento
de su vida, le resultó muy difícil mantener la mentira.
El
caso de Tina también ilustra el viaje en busca de identidad que normalmente
comienza en la adolescencia y no para aquí. En su caso, la tensión entre el
"falso yo" y el "verdadero" le vino a la mente,
contribuyendo a renovar la confusión que había experimentado en etapas
tempranas de su vida. No viviéndola al completo -no integrando estas otras
partes de sí misma, su identidad negativa o en sombra- acabó drenándola por
completo contribuyendo a vivir aspectos y decisiones que no encajaban con sus
necesidades reales. Ignorar su lado en sombra significó consumir un gran monto
de energía, empobreciendo su creatividad interior y contribuyendo a varios
síntomas de estrés, incluyendo reacciones depresivas.
Pero
el retorno de lo reprimido no debería verse como una experiencia
meramente negativa. A pesar de que una persona pueda ver estas partes de sí
misma como una representación de su vida no vivida, una crisis de identidad
retrasada también puede contener las semillas de una renovación psicológica -la
motivación para introducir nuevas direcciones en su vida. Si se coquetea con la
sombra -aceptando estas partes no vividas de ti mismo y aprendiendo a leer los
mensaje que contienen- puede conducir a un nivel más profundo de conciencia, a
la vez que al comienzo de la chispa de tu imaginación. Cuando una persona está
lista para aceptar estas partes, en lugar de ignorarlas o esconderlas, puede
descubrir todo tipo de ideas creativas y positivas deseando ser puestas en
marcha. Estos deseos enterrados ayudarán a hacer surgir no solo la pregunta de ¿Quién
soy yo? sino también la de ¿Quién quiero ser?. Esto puede hacer cambiar la
espiral negativa de autocompasión, que lleva a la inacción, en una perspectiva
a partir de la cual se pueda hacer cambios.
Esto
es lo que pasó en el caso de Tina. Se enfrentó con las experiencias vividas
anteriormente. Trasladó sus sueños a un diario y escribió las asociaciones que
le vinieron a la mente. Escribió cartas a su “yo” del pasado y al del futuro.
Le contó a su marido cuáles eran sus sueños y las emociones que esto le
producía. Juntos hablaron sobre las sensaciones de frustración y ansiedad. Su
marido también comenzó a compartir algunos de sus sueños con ella. Sus
conversaciones tomaron un cariz más concreto, discutían su futuro juntos,
incluyendo sus carreras, finanzas y su futura vida juntos. Esta
auto-exploración permitió a Tina tomar conciencia tanto de sus necesidades
internas como el tipo de vida que había tenido hasta este momento.
Reafirmada
y con energía renovada, Tina revisó sus responsabilidades en el trabajo y
encontró maneras de hacer cambios que fueran positivos tanto para el banco como
para ella. Incluso se dio el permiso para intercambiar con su padre sus propias
ideas acerca de política durante una cena, y ante su sorpresa, pareció que él
respetaba su opinión.
Muchos
de nosotros encontramos que este tipo de trabajo nos resultaría difícil y
confuso, pero el hecho de aprender a seleccionar y reconocer nuestros “demonios”
internos puede ser liberador. Cuestionarse, reflejarse y tener conversaciones
con sentido con gente clave en nuestra vida puede ayudarnos a lidiar con
nuestro lado en la sombra y crear la conexión necesaria entre nuestros falso y
verdadero yo. Y para conseguirlo, debemos afrontar el autoconocimiento con
curiosidad, como si fuese una aventura fascinante, una exploración de las
riquezas contenidas en este mundo interno previamente desconocido.
“Podrás reconocer tu propio camino una vez que
estés en él, ya que de pronto tendrás más energía e imaginación que la que
podrías llegar a necesitar”. – Jerry Gillies
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